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Fluir con la Vida
Fluir con la Vida, como el agua de los río. Dejarte llevar por la corriente, sin ni siquiera dudar si ese es el lugar por el que debes pasar, sin sufrir por cada piedra que te encuentres en el camino, simplemente bordearla o avanzar por encima de ella. En cualquier caso, avanzar, siempre avanzar, confiando en que el destino, ese mar infinito, es sin duda el lugar al que llegar y sobre todo disfrutando del viaje, de los instantes en los que el agua se calma, tranquila, serena, pero también de esos momentos en los que la corriente se vuelve vertiginosa, rápida, ruidosa y aprendemos a no desbordarnos de nuestro cauce.
Fluir con la Vida es una filosofía hermosa, aunque nada sencilla de integrar, pues implica soltar el control, que seguramente es de los conceptos que nuestra mente más tarda en dejar ir.
Soltar el Control
Nos encanta controlar todo en nuestra vida. Nuestra economía, que nos da estabilidad, seguridad. Nuestro trabajo, sin delegar en nadie, porque creemos que solo nosotros somos capaces de hacer bien las cosas. Eso también pasa muchas veces en el hogar y después nos quejamos de nuestro grado de saturación, decimos que no nos da la vida para hacerlo todo. Controlar a nuestros hijos, sufriendo cuando crecen y deciden abandonar el nido. Por su puesto, a nuestra pareja, decidiendo que lo mejor para él o para ella es que cambie de comportamiento, de actitud, hasta de ropa, si me apuras, porque no tiene buen gusto. Sin embargo, cuando se trata de controlar a nuestra mente, no tenemos ni idea de cómo hacerlo.
Pero para eso estás aquí, en El Secreto de Zoe, para conocerte cada día un poquito más y que llegue un día en que seas tú quien dirijas tu propia vida y no tu Ego. En el podcast sobre el Ego y el Ser, puedes ver qué es el Ego y cómo aprender a “domarlo”.
¿Qué es Fluir con la Vida?
Es confiar en que la vida te va a dar en cada momento lo que sea perfecto para ti, por ello te entregas con los ojos cerrados a ella, sabiendo que todo tiene un por qué, un para qué.
Existen claros indicios cuando NO ESTAMOS FLUYENDO CON LA VIDA:
- Nos aferramos de manera innecesaria en emociones como la ira, la tristeza o el miedo o a otras como la frustración, la envidia, los celos. Nos negamos a aceptar la situación y por tanto las emociones que nos genera. Sentir y expresar las emociones es algo necesario y positivo, pero no regodearte en ellas, posicionándote en un sufrimiento sin sentido.
- También se ve claro que no estamos fluyendo cuando sentimos que lo que realizamos supone una carga, mucho esfuerzo, no es sencillo. Es como si la vida te estuviera diciendo “estas yendo a contracorriente”.
Sin embargo cuando se produce ese FLUIR CON LA VIDA:
- Sentimos que todo es fácil, surge casi de manera natural. Nos sentimos tranquilos, en calma, seguros de que todo es como debe ser. Esto no quiere decir que cuando fluyamos solo haya en nuestra vida felicidad absoluta, alegría, una fiesta continua, de eso nada. Significa que aceptamos las circunstancias tal y como son, resolviendo aquello que sea necesario.
- Aceptamos la situación y nos responsabilizamos de cambiar aquello que no queremos en nuestra vida.
Fluir implica Cambio
La propia palabra fluir trae implícito el concepto de movimiento, de avanzar, de cambiar y de aceptar los cambios. Aceptar que hay cosas que escapan a nuestro control y también aceptar las emociones que generan esas circunstancias. El enfado, la ira, la tristeza, el miedo, del que hablábamos antes, debemos permitir que salgan, que se manifiesten, expresarlos y después dejarlos ir.
Te voy a poner un ejemplo muy sencillo. Imagina que estás dando marcha atrás con el coche y lógicamente, sin querer, das contra un contenedor, con la puntería de golpear la luna trasera en un punto que hace que reviente de golpe. Primera reacción: susto. Después, enfado contigo, las personas que han creado un contenedor tan peligroso, los señores basureros por dejarlo ahí….y podemos seguir, porque en esta vida podemos buscar todos los culpables que queramos… Bien, tienes dos opciones:
- Regodearte en esas emociones, manteniéndote inmerso en esa rabia un par de semanas, tres, o más, según el caso (piensa que beneficios te puede traer eso).
- O sentir esas emociones un tiempo prudencial, hasta que ya vayas notando que comienzan a difuminarse, dejarlas ir y aceptar que ya lo único que puedes hacer es llamar al seguro, hacer las gestiones con el taller y que te pongan una luna nueva.
¿Cuál es el punto crítico?, el instante en el que las emociones se comienzan a difuminar. En ese instante, tu mente, si no está entrenada en la aceptación, querrá seguir aferrada a pensamientos que generen esas emociones: ¡ohhh mi luna rota! ¡Cómo voy a ir a trabajar! ¡Toda la tarde en el taller!, etc etc. Pero es ahí donde hay que decir ¡BASTA! Permitir que se difuminen del todo y dejar ir esos pensamientos y las emociones que generan… Aceptar que ha ocurrido y que ya no puedes hacer nada por evitarlo.
Aceptación, Bella palabra
Si te das cuenta, he utilizado en varias ocasiones la palabra aceptar desde que he comenzado a hablar y es que, es una palabra clave en la filosofía del Fluir. Que nada tiene que ver con la resignación. Cuando nos resignamos, no estamos fluyendo, nos posicionamos en el sufrimiento y el victimismo. Mantenemos una situación que hace tiempo que deberíamos haber soltado, quejándonos y culpabilizando a los demás de todo nuestro dolor. Al fin y al cabo, para ser víctima, siempre debe haber un verdugo, o varios….
El que se resigna no se mueve, sin embargo el que acepta sí. Observa la situación, acepta que es algo que tenía que llegar a su vida, pero pone los medios para salir. Quizás le gustaría salir mucho antes de ella de lo posible, pero entiende que todo tiene un porqué y se pondrá en marcha para que finalice cuando deba ser.
Cuantas relaciones de pareja conoces en las que ninguno de los dos son felices. ¿Crees que ellos no saben que la relación está acabada y que se posicionan en la resignación por miedo al cambio? Aunque no lo reconozcan, aunque hacia fuera manifiesten que tienen dudas, que creen que todavía se quieren o que sigue habiendo “algo bueno” en la relación, en el fondo de su ser saben que hace mucho tiempo que deberían haber abandonado ese barco. Pero siguen en él, navegando a contracorriente, en vez de dejarse llevar por las aguas de la vida.
Aceptar, como ves, no implica no tomar decisiones. Se toman, por supuesto, muchas veces no son decisiones sencillas, sin embargo cuando se tiene absoluta Fe en la Vida, se sabe que cualquier decisión es correcta.
La Fe en la Vida
Y aquí introduzco otro concepto fundamental en la filosofía del Fluir, La Fe en la Vida. La certeza de que la vida te va a dar en cada momento aquello que necesites para crecer, para evolucionar como persona, como ser vivo. Que a veces te pondrá pruebas, muchas de ellas nada sencillas, que sin duda te traerán grandes aprendizajes y quizá, te lleven a una situación en la que jamás te hubieras imaginado estar. La vida es así y aunque a veces creas que te has equivocado, aunque estés seguro de que entre dos opciones, la correcta hubiera sido la que no elegiste, no te preocupes, todo tiene un por qué o mejor dicho, un PARA QUÉ. ¿Para qué me trae la vida esta experiencia? o ¿Para qué me pongo a mí mismo en esta situación? ¿Qué debo aprender?
Piensa en los momentos de tu vida en los que hayas vivido una experiencia que no te resultara positiva y observa qué sacaste de bueno en ella, algún aprendizaje, una nueva experiencia que sí resultó gratificante, quizás conocer a alguien importante para ti.
Me despido con un ejemplo, muy real y muy cercano…
Conozco a una bella persona que adoraba a su hija. Su niña un día se fue y nunca más volvió. Puedes pensar que de una situación así no se puede sacar nada positivo y lo entiendo, por supuesto. Sin embargo, días después, un vecino fue a su casa para darle el pésame, llevaban toda la vida viviendo cerca y jamás habían intercambiado una palabra. La visitó días tras día, acompañándola, consolándola, incluso logró hacerla sonreír en más de una ocasión. Como puedes suponer, se enamoraron profundamente. Por su puesto, nada podía ocupar el enorme hueco que la pérdida de su hija había dejado. Pero experimentó algo que jamás había vivido, el amor de pareja y no solo eso, también pudo demostrarse a sí misma, que era capaz de seguir adelante, de continuar viviendo, cuando creía que la vida ya había acabado para ella. ¿Si compensó? por supuesto que no. Pero la pérdida de su hija no era una elección y el hecho de saber que de algo tan doloroso, había salido algo bello, le daba un poquito de paz.
El Secreto de Zoe