Escucha aquí el Podcast:
El estrés es ese estado de tensión mental y emocional que se crea cuando:
- No podemos predecir una situación futura.
- No podemos controlar una situación.
- Tenemos la precepción de una amenaza o un peligro.
Se pueden producir 3 TIPOS DE ESTRÉS:
- ESTRÉS FÍSICO: Cuando tenemos accidentes, lesiones, heridas…
- ESTRÉS QUÍMICO: Cuando enfermamos, por ejemplo, ya sea por bacterias, virus, tóxicos alimenticios…
- ESTRÉS EMOCIONAL: Cuando tenemos problemas que surgen en nuestro día a día en el trabajo, el hogar, con los familiares, amistades, etc.
Todas estas situaciones, tanto físicas, químicas o emocionales, golpean nuestro cuerpo y nuestro cerebro, obligándolo a reaccionar para adaptarse a la situación estresante, movilizando todos los recursos necesarios. Se activa el Sistema Nervioso Simpático, también conocido como de lucha o huida, produciéndose reacciones químicas, segregando las hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina, que nos llevan a determinadas reacciones físicas:
- Aumento de nuestras pupilas.
- Dejamos de salivar, pues no es momento de pararse a comer.
- Aumenta la frecuencia cardiaca.
- Y la frecuencia respiratoria.
- La sangre comienza a enviarse en mayor cantidad a las extremidades, en vez de a los órganos internos, pues nuestro cuerpo se tiene que preparar para correr o pelear en caso necesario.
Sin duda, la manera de reaccionar de nuestro cerebro y nuestro cuerpo es admirable. Todo nuestro sistema se pone en marcha en milésimas de segundos para poder reaccionar del modo más adecuado.
Supongamos que vamos paseando tranquilamente por la calle y de pronto un perro al otro lado de una verja comienza a ladrarnos con agresividad. Reaccionamos automáticamente, nos asustamos e incluso todo nuestro cuerpo comienza a iniciar la huida, hasta que vemos que estamos a salvo, pues la verja nos protege. Aun así, todo nuestro sistema se ha puesto en marcha.
También es beneficioso el estrés cuando iniciamos una nueva actividad, por ejemplo, pues nos ayuda a adaptarnos a las circunstancias, nos aporta motivación y entusiasmo.
Ante una situación concreta de estrés, como he indicado, nuestro Sistema Nervioso Simpático se activa, pero a los 30 minutos aproximadamente, nuestro organismo volverá a la normalidad. Una vez que la situación haya pasado, ya no hay necesidad de mantener nuestro cuerpo y nuestro cerebro en alerta. Seguramente nos encontremos agotados, pues hemos hecho uso de un gran número de recursos y de energía, pero poco a poco nos iremos recuperando y regenerando.
¿Pero qué ocurre cuándo el estrés se mantiene en el tiempo?
¿Y si en vez de que el perro nos asustara momentáneamente, estuviera día tras día, hora, tras hora, atemorizándonos? ¿Y si en vez de ser un perro el que nos ocasiona el estrés, es un jefe, una compañera, nuestra pareja o nuestros suegros o padres?
Sin ninguna duda, acabaríamos enfermando, pues toda nuestra energía estaría puesta en protegernos de esa situación, quedándonos sin reservas para reparar y regenerar nuestro cuerpo, debilitando nuestro sistema inmunológico.
A esto le añadimos algo más y es que, al estar en una situación estresante, nuestras capacidades de resolución y de búsqueda de alternativas, se ven mermadas. No tenemos energía más que para sobrevivir un día más, ¿de dónde vamos a sacar energía para buscar una solución? Entrando en un círculo vicioso del que no resulta nada fácil salir. A mayor estrés, menos capacidad de buscar alternativas para salir de él.
Pero hay un problema adicional. Como comenté antes, ante una situación de estrés, nuestro cuerpo comienza a segregar una serie de químicos, las hormonas del estrés. Si la situación se mantiene en el tiempo, nuestro cuerpo comenzará a acostumbrarse a esas sustancias y no solo a eso, sino que cuando esas sustancias falten, las echará en falta, es decir, se crea una adicción. Hasta el punto de llegar a perpetuar las situaciones estresantes, ese trabajo que no nos gusta, esa relación de pareja en la que no somos felices, esa acumulación de tareas sin ser capaz de delegar, para seguir recibiendo esa descarga de adrenalina, ese aporte de energía extra. Nos convertimos en verdaderos adictos al estrés.
Y ahondando más todavía. Se sabe, pues existen muchas evidencias científicas, que no hace falta revivir una situación para recibir esa descarga de hormonas del estrés. Simplemente con pensar en esa circunstancia, con rememorar una situación o crear una posible situación futura estresante, nuestro cerebro comienza a generar esas sustancias adictivas. Por tanto, para seguir recibiendo esas sustancias, no tenemos más que traer a nuestra mente ese tipo de pensamientos y estaremos servidos.
De ahí que tantas veces nos hayamos pillado con esos pensamientos tóxicos. Podemos pensar que no nos aportan nada, más que sufrimiento, sin embargo, la adicción ya está instaurada. Del mismo modo que un cigarrillo o cualquier droga, no aporta nada positivo para nuestra salud, desintoxicarse y desengancharse de ello cuesta. Podemos llegar a enfermar y seguir fumando. Podemos llegar a enfermar y continuar teniendo pensamientos tóxicos. Porque no olvidemos que del mismo modo que las situaciones estresantes debilitan nuestro sistema inmunológico, los pensamientos tóxicos y estresantes también lo hacen.
El Dr. Joe Dispenza y su equipo realizaron un estudio de investigación con 117 personas, durante 4 días. Antes del inicio se observaron los niveles de Cortisol en cada uno de ellos y de IgA (Inmunoglobulina A), que es uno de los principales anticuerpos del organismo, proteínas que fabrica el sistema inmunitario para combatir los ataques de bacterias, virus y toxinas.
Como ya hemos visto, ante una situación de estrés, de manera automática, los niveles de cortisol aumentan y los de IgA disminuyen.
En esos 4 días, durante tan solo 10 minutos al día, se propuso a esas 117 personas que sustituyeran emociones propias de situaciones de estrés, como la ira, la frustración, el dio, la competencia… Por emociones más elevadas, como la gratitud, el aprecio, la alegría por la vida y por supuesto el Amor, que es sin duda la emoción más elevada.
Los resultados que obtuvieron fueron significativos, en una valoración global los niveles de IgA se incrementaron en un 50% y los niveles de cortisol se redujeron en un 16,25%. Es decir, el sistema inmunológico se vio fortalecido y la hormona del estrés disminuyó.
Por tanto, este estudio, como muchos otros que hay al respecto, demostró que cuando cambiamos nuestros pensamientos y nuestras emociones, mejora nuestro sistema inmunológico y por consiguiente nuestra salud.
Pero, la gran pregunta es ¿Cómo cambiamos los pensamientos?
Incluidos esos pensamientos que nos obligan a mantenernos en esas situaciones estresantes de los que hablamos antes. Nadie niega que haya trabajos, por ejemplo, que sean agotadores física y mentalmente o que la relación con alguna persona la podamos definir sencillamente como estresante. Pero no olvidemos dos cosas, la primera, si no bajamos nuestro nivel de estrés, jamás podremos encontrar una solución. Y en segundo lugar, cuanto más tiempo nos mantengamos en situaciones de estrés, más adicción generaremos a las mismas.
Ya llevamos varios episodios hablando de lo importante que es reeducar nuestra mente. En ningún momento he dicho que sea sencillo. He insistido mucho en la constancia, en superar las resistencias, en darle un espacio en nuestro día a día, como se lo damos a la alimentación o la higiene. Crees cuidar tu cuerpo, porque lo alimentas, lo limpias, incluso puedes nutrir tu piel. Sin embargo si no alimentas, cuidas y nutres tu mente, de nada te sirven tus atenciones corporales.
Propuestas para gestionar el estrés:
- Lleva una alimentación sana y equilibrada, con abundancia de frutas y verduras.
- Elimina las sustancias excitantes y adictivas como el café, el té, el alcohol o el tabaco.
- Hidrátate bien. Bebé agua, zumos naturales e infusiones e intentan prescindir de refrescos y bebidas azucaradas.
- Realiza ejercicio a diario, un mínimo de 30 minutos. No es necesario que sea una actividad muy intensa, con un paseo a diario sería suficiente.
- Relaciónate con personas con las que te guste estar, busca momentos de ocio con esas personas, para dialogar, reírte, compartir, disfrutar.
- Busca momentos también para ti, para realizar tus hobbies, leer, escuchar música, pasear… .
- Practica Técnicas de Relajación, de Meditación y Atención Plena. En El Secreto de Zoe puedes encontrar posts interesante al respecto y que pueden ser de gran ayuda para reeducar tu mente, para aprender a cesar el ruido incesante y lograr transformar los pensamientos negativos, en otros más positivos que ayuden a aliviar el estrés y a mejorar tu sistema inmunológico. Te voy a dar la clave para empezar: observa tus pensamientos. Lo primero que debes hacer es identificar que efectivamente tienes pensamientos que no son positivos y a partir de ese momento ya podrás elegir cambiarlos. Pero estamos tan acostumbrados a ellos, que al principio incluso nos costará darnos cuenta de que los tenemos.
ACTIVIDADES PARA LA SEMANA:
- Prueba durante esta semana a cuidar y nutrir tu cuerpo, con las indicaciones que te he dado anteriormente.
- Practica la Atención Plena observando tus pensamientos, simplemente identifica de qué clase son tus pensamientos, nada más. Obsérvalos y siempre que puedas sustitúyelos por otros más positivos.
- Todos los días durante 10 minutos, solo 10 minutos, a lo largo de toda la semana, busca una posición cómoda, cierra tus ojos y llena tu corazón, tu cuerpo, tu mente de emociones elevadas como el Amor, la gratitud, la alegría de vivir. Como apoyo, te dejo una meditación guiada que te ayude a sentir esas emociones.
«Relaja tu Cuerpo, tu Mente y Disfruta«