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Una de las mejores herramientas para reeducar nuestra mente, para aprender a mantenerla en calma y que cese el diálogo incesante y muchas veces sin sentido, que acostumbra a tener, es reeducar nuestro lenguaje. Prestar atención al mismo, practicar Atención Plena, o lo que es lo mismo, Mindfulness con nuestro lenguaje, ser conscientes de nuestras palabras, de nuestros diálogos, e incluso de nuestros gestos y que todo se traduzca en un lenguaje positivo. Si te apetece, puedes escuchar el podcast ¿Qué es el Mindfulness?
El Lenguaje es el vestido del pensamiento ¿Qué vestido eliges ponerte?
Los Seres Humanos somos seres privilegiados capaces de expresar con palabras cada uno de nuestros pensamientos, cada uno de nuestros sentimientos, de nuestras emociones, por lo menos podemos ponerles nombre, siempre que tengamos una educación emocional adecuada.
Pero no solo eso, la relación es bidireccional, ya que está científicamente demostrado que el lenguaje que se utiliza cuando hablamos con otras personas y con nosotros mismos puede cambiar nuestros pensamientos y por consiguiente, nuestras emociones.
Si lo piensas, tiene lógica, según demostró Masaru Emoto en sus experimentos, la calidad de las palabras dirigidas al agua, influye sobre la forma de los cristales de hielo obtenidos del mismo, siendo más bellos los que recibían palabras o pensamientos positivos y menos bellos los que no recibían ninguna atención o atención negativa. Los seres humanos somos agua en un 70%-80% ¿de verdad crees que el lenguaje no puede influirnos?
De hecho, el lenguaje positivo activa partes de nuestro cerebro que hace que cambie nuestro comportamiento, que nos facilite la toma de decisiones adecuadas, que tengamos mayores habilidades y que cambie nuestro pensamiento a un pensamiento más positivo.
Por tanto, si quieres tener ese tipo de pensamientos, empieza por practicar el lenguaje positivo, elije ponerte ese vestido.
Háblate, como te gustaría que te hablaran los demás
Por lo general en seguida somos capaces de darnos cuenta cuando otra persona se dirige a nosotros de una manera poco adecuada. Cuando nos grita, nos desprecia, nos infravalora o nos humilla. Otra cosa es que lo consintamos, pero lo que sentimos cuando eso ocurre, cuando recibimos ese trato, es innegable.
Sin embargo nos cuesta mucho reconocer, que la persona con la que más tiempo pasamos hablando a lo largo del día, no nos está hablando ni con educación, ni con respecto y mucho menos con cariño. ¿Sabes ya quien es esa persona? Tú.
Desde el instante en que nos levantamos, comenzamos un diálogo interno incesante. Este diálogo, dependiendo de lo consciente que seas de la importancia del lenguaje, en función de los problemas que te estén persiguiendo día a día o simplemente dependiendo de la educación que hayas recibido y las experiencias que has vivido, puede ser más o menos positivo. En la mayoría de los casos lo del positivismo no suele ser una cualidad. Todos, a lo largo del día nos acabamos diciendo un “No podría haberlo hecho peor” o un “con esto no puedo” o “es que nada me sale bien”.
¿Permitirías que alguien te hablara de ese modo tan tóxico?. Entonces ¿por qué lo haces contigo mismo? Y voy un poco más allá…. Si eres capaz de tratarte a de esta manera ¿cómo esperas que te traten los demás? En cierto modo, acabas legitimándoles para que te infravaloren o te desprecien.
Empieza a tratarte con cariño, con respeto, con educación y por supuesto, con compresión. Que la relación con la persona que más debes querer, tú mismo, se fundamente en ello.
Habla a los demás, como te gustaría que te hablarán a ti
Tener un diálogo interno poco positivo no solo se basa en reñirnos o criticarnos a nosotros mismo, también son todas esas palabras o esos pensamientos que emitimos hacia afuera, aunque no lleguemos a mediar palabra con la persona que tanta ira nos está generando.
El señor que va como un loco con el coche, el cajero del banco que tarda una eternidad en atendernos, la persona a la que nos cruzamos por la calle y a la que conocemos pero no nos saluda. ¿Por qué la primera reacción es pensar que es una persona poco agradable que ha querido ignorarnos? ¿Acaso no ha podido despistarse?
Tengo una amiga que es un verdadero encanto, pero es tremendamente despistada y la mitad de las veces no saluda, porque ni se da cuenta de quién es la persona con la que se ha cruzado. ¿No es más sencillo y sobretodo, más beneficioso para nosotros decirnos : “Pues parece que no me ha reconocido”. Sin embargo, tendemos a hacer lo contrario y ese mero incidente, puede ser el desencadenante de una conversación interna o externa, en la que digamos de todo menos bonita, a la persona con la que nos hemos cruzado. Y ¿En qué te beneficia eso?
Si antes hablaba de lo necesario que es respetarte a ti mismo, del mismo modo considero fundamental el respeto a los demás. Tratar a las personas con educación, con amabilidad incluso con cariño no solo va a beneficiar a la persona a la que te dirijas, también a ti.
Es maravilloso sacar una sonrisa a un desconocido simplemente dándole los buenos días con amabilidad, prueba a hacerlo algún día.
Ponte en marcha
Recopilando lo dicho hasta el momento y añadiendo algún apunte, estas son las pautas a tener en cuenta a la hora de expresarnos para conseguir que nuestro lenguaje sea positivo y por tanto beneficioso para nosotros:
- Formula las frases siempre en positivo. Esto quizá te lleve un poco de tiempo hasta que te acostumbres, pero es fundamental para cambiar los patrones mentales. Te pongo un ejemplo para que captes la idea: Ante la frase “Esto está fatal”, la formulación en positivo sería “Esto no está demasiado bien”.
- Se positivo con los demás y con tu propia persona. Utiliza el refuerzo positivo “¡animo, tú puedes!”, por ejemplo, en vez del machaque incesante con un “No valgo para nada”. Emplea palabras que para ti sean positivas y en los momentos en los que no te encuentres demasiado bien úsalas, te ayudarán a salir del patrón de negatividad. Prueba con un “¡Voy a conseguirlo!”.
- Utiliza una entonación positiva. No solo es necesario que emitas palabras en positivo, si no que tu entonación sea acorde a ellas.
- Se alegre y amable. Aunque ahora mismo lo dudes, el mero hecho de poner una sonrisa, activa partes de tu cerebro que te ayudan a sentirte mejor. “Sonríe, la vida es maravillosa”.
- No Enjuicies. Las conversaciones basadas en el juicio hacia los demás son conversaciones vacías que no aportan nada más que toxicidad.
Hablando de Lenguaje positivo, resulta inevitable hacer referencia a Luis Castellanos, Filósofo e investigador, que durante años ha estudiado el modo en el que el uso del lenguaje puede repercutir en la salud y el bienestar de las personas. Por ello te recomiendo los siguientes libros de este autor: “La Ciencia del Lenguaje positivo”, “El lenguaje de la felicidad” y “Educar en el Lenguaje positivo”.
Y recuerda, ejercita a diario, es la única manera de mantener en forma tu mente.